El amor de la madre es imprescindible al igual que el amor del padre para el desarrollo exitoso y feliz de la vida de los hijos. Pero cabe preguntarnos: ¿El amor materno y el amor paterno deben ser iguales? De ninguna manera. El amor de la madre es distinto del amor del padre; sin embargo ambos forman un amor completo. ¿Cómo así? Cuando el padre es blando y ama como la madre, el hijo deja de tener padre para tener dos madres, y corre el peligro de convertirse en un histérico. Cuando sucede al revés, el hijo pasa a tener dos padres, y al faltarle el amor cálido y acogedor de la madre, puede llegar a ser un neurótico. Nadie quiere tener hijos histéricos o neuróticos.
Los dos amores, es decir el amor exigente del padre y el amor blando de la madre, son lo que invitan al esfuerzo y el que convida al descanso, manteniendo de ese modo el equilibrio psicológico del hijo. Tiran con igual fuerza desde los dos extremos y le mantienen en pie.
Si quieres ver a tu hijo feliz un día, dale un regalo; si quieras verlo feliz toda la vida enséñale a vivir, dice el dicho. Como padre enséñale la honradez, la veracidad, la puntualidad, la responsabilidad con corrección, exigencia impostergable e inflexible, es decir sin contemplaciones. Como madre, enséñale a amar, a comprender, a respetar, a ser cariñoso, hacendoso; esto es riqueza espiritual. Tenga presente que nunca la madre debe desautorizar al padre cuando éste corrija al hijo ni viceversa. Si no esta de acuerdo con la medida, es preferible que se retire para conversar posteriormente con su pareja en privado.
Si el Ser Supremo te da un hijo, dale gracias, pero reconoce tu responsabilidad por la confianza, porque en adelante tú serás para ese niño la imagen de divinidad. Has que hasta los diez años te quiera, hasta los veinte te admire y hasta la muerte te respete. Hasta los diez años sé su maestro, hasta lo veinte su padre o madre; y hasta la muerte su amigo o amiga.
Para enseñarle a amar demuéstrale que tú amas a tus semejantes, y que todo en la vida tiene algo de hermoso. Para enseñarle a respetar, demuéstrale que respetas a tu esposa y viceversa, a tus hijos y a ti mismo. Para que sepa luchar no lo critiques delante de nadie, dale tu apoyo para aceptar el fracaso, y tu entusiasmo para volver a luchar.
Ya lo sabe: El amor del padre es distinto del amor de la madre y ambos forman un amor completo. Si padre y madre son duros, los hijos tendrían dos padres y si los dos son muy cálidos y acogedores, los hijos tendrían dos madres. El amor del padre que es duro debe complementarse con el amor de la madre que es blando, para que los hijos aprendan a vivir bien toda la vida.