Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante que el que viví hasta ahora.
Me siento como aquel joven que ganó una caja de bombones; los primeros los comió con displicencia pero, cuando vió que quedaban pocos, comenzó a consumirlos lentamente y a disfrutarlos más.
Yo no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
Desprecio a los oportunistas y a las personas aranosas
No tolero a los envidiosos que tratan de desacreditar a los más capaces para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Ya no tengo tiempo para proyectos megalomaníacos.
No participaré en conferencias que establezcan reglas engañosas para erradicar la miseria en el mundo.
No quiero que me inviten a eventos donde se pretende solucionar los problemas del milenio.
No tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten: Estatutos, normas, procedimientos y políticas, sabiendo que no se va a lograr nada.
Yo no tengo tiempo para soportar melindres de personas que, a pesar de su edad cronológica, son unos inmaduros.
No quiero ver las agujas del reloj avanzando en reuniones de “confrontación”, donde solo “ponemos sobre la mesa” las opiniones de los poderosos.
Me molesta ser testigo de los defectos que generan la lucha por el “majestuoso” cargo de Director.
Recuerdo ahora a Mario de Andrade, que opinó: “La personas no discuten los contenidos, solo sus “títulos”.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos, quiero la esencia. Mi alma tiene prisa.
Sin muchos bombones en la caja, quiero vivir al lado de la gente humana, muy humana; que sepa reír de sus errores, que no se envanezca con sus triunfos, que no se considere electa antes de tiempo, que no huya de sus responsabilidades, que defienda la dignidad de los marginados y que desee tan solo andar en paz.
Caminar junto a cosas y personas de verdad.
Disfrutar de un afecto absolutamente sin fraudes, nunca será una pérdida de tiempo.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas.
Gente a quién los golpes duros de la vida, les enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Si… Tengo prisa por vivir con la intensidad que solo la madurez puede dar. Pretendo no desperdiciar parte alguna de los bombones que me quedan… Porque estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz conmigo mismo ¿Y tu meta cual es para este tiempo mágico que nos queda?
Por que a la luz del corto periodo de vida que se nos concede, debemos buscar tiempo para vivir, disfrutar y ser felices.
Aprovechemos nuestro “tiempo mágico”… por que el tren de la vida sigue avanzando.
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