jueves, 17 de noviembre de 2011

GOBERNABILIDAD EN EL PERÚ

En el Perú elegimos cada 5 años al presidente y congresistas. Cada 4 años a presidentes regionales, consejeros regionales, alcaldes provinciales y distritales con sus respectivos regidores. ¿Ellos ya en el poder se mantienen como representantes legítimos o sólo ostenta el poder y gobiernan de espaldas al pueblo que los eligió? ¿Cumplen lo que ofrecieron en la campaña electoral? ¿El Alcalde que preside el gobierno local se organiza para servir mejor al vecino? ¿Asigna a c/regidor para representar y ser portavoz de ciertos barrios, anexos o distritos? ¿Los regidores asumen el deber de convertirse en puente de comunicación entre la municipalidad y los vecinos? ¿El consejero regional visita con frecuencia y conversa con los pobladores y autoridades de los anexos y los distritos de la provincia? ¿Recoge las necesidades de c/u, lo trasmite al gobierno regional y gestiona su atención oportuna? ¿Con que frecuencia el gobierno regional se reúne con los gobiernos locales? ¿El congresista dialoga permanentemente con sus electores? ¿Se sabe que congresista es el porta voz de c/provincia en específico? ¿El gobierno local, regional o nacional prioriza la ejecución de obras a partir de las necesidades de los más pobres de los pobres? Pero así mismo ¿La capacidad adquisitiva de la población mejoró o empeoró? ¿Por ejemplo con 20 soles del año pasado, ahora se compra más o menos alimentos? ¿Por lo menos los pobladores de las capitales de provincia y distritos cuentan con servicios básicos?
Si los que gobiernan, no dialogan a menudo con los electores o sus representantes, tanto como para priorizar la ejecución de obras; de hecho que estamos frente a una crisis de gobernabilidad o de suicidio moral y corrupción. La gobernabilidad implica un mínimo de consensos para identificar las necesidades y valores básicos. Se dice que existe gobernabilidad, cuando quiénes gobiernan a nivel nacional, regional, provincial o distrital, ejecutan sus proyectos y programas de gobierno sin reparos ni objeciones empezando por atender las necesidades básicas del poblador. Si no es así, se gestarán estallidos o rebeliones que puedan poner fin a la paz. El poder más fuerte se derrumbaría en horas y la policía y la justicia se paralizarían instantáneamente, si todo el pueblo se pondría de acuerdo para negarse en simultáneo a obedecer. Si no hay un mínimo de aceptación el poder cae, no puede mantenerse. La ingobernabilidad sugiere caos, carencias y anarquía. Ningún país democrático quiere llegar a este punto.
Ojala que los congresistas y sus asesores, el gobierno nacional y sus ministros, el gobierno regional y sus consejeros, el gobierno provincial o distrital y sus regidores, depongan su soberbia, su triunfalismo, la holgazanería, la mediocridad, la falta de sensibilidad o la viveza de rodearse de partidarios, familiares, amantes o corruptos; y, en su lugar opten por honrar el poder que el pueblo les dio para gobernar con dialogo permanente, entonces con toda seguridad, reinará la paz social en el país, o la región, o la provincia o el distrito y se logrará el bienestar común que tanto requerimos.

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