viernes, 18 de diciembre de 2009

¿SOMOS MILLONARIOS?

¿Qué piensa usted? ¿Nos hemos detenido a pensar en todo lo que tenemos y en el verdadero valor de cada cosa? ¿Has visto a alguna persona con las piernas amputadas, o sin brazos, ciegos o con otras limitaciones físicas? Pero ¿cuántas veces te has tomado unos instantes para verlos qué y cómo hacen sus cosas? Si a usted le quisieran comprar una pierna, ¿la vendería? Si así fuera, ¿cuánto pediría por ella? ¿Cinco, diez, cincuenta o cien mil soles? ¿Cuánto exactamente quisiera por ella? Sería muy difícil de venderla, ¿verdad? Seguramente muchos no venderíamos una pierna ni por un millón de soles. Si hacemos este mismo razonamiento ¿por cuánto venderíamos las dos piernas? ¿Nuestros brazos? ¿Nuestros ojos? ¿Nuestro corazón? Si valoramos cada parte del cuerpo, diremos que con todo lo que Dios nos ha dado, ¡somos millonarios! ¿Cuántas veces hemos valorado lo que tenemos? Casi nunca. ¿Verdad? Lo cierto es que muchos nos quejamos de lo que nos falta, sin tomar en cuenta lo que tenemos. ¿Por qué los seres humanos somos así? ¿Por qué no valoramos lo mucho que tenemos y sólo vemos lo que nos falta? ¿Alguna vez nos daremos cuenta de ello? Por ejemplo muchos nos afligimos por no tener zapatos, y si recordamos en el que perdió sus pies ¿Cómo nos sentiríamos? Samuel Johnson decía: “la costumbre de ver el buen lado de cada cosa vale más de cientos de miles de dólares por año”. Muchas veces nos preocupamos por insignificancias con relación a las cosas que tenemos, por no darle su verdadero valor. Generalmente llegamos a valorar lo que tenemos, cuando lo perdemos y no podemos hacer nada para remediar nuestro descuido. Estudios realizados demuestran que el noventa por ciento de las cosas de nuestras vidas están bien y sólo un diez por ciento están mal. Por tanto para ser felices, todo lo que debemos hacer es concentrarnos en ese noventa por ciento que está bien y pasar por alto el diez por ciento restantes, y en esa forma evitaremos, amarguras, egoísmos, envidias, chismes y ulceras. Al mismo tiempo, no debemos olvidar que las palabras: piensa y agradece, deberían estar inscritas en los corazones y latentes en las mentes. Meditemos fríamente en todo lo que tenemos y demos gracias a Dios por esas abundancias y prosperidades, dejando de quejarnos por algo que nos falte. (DEL TUNEL DE LA VIDA)

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