La envidia es la peor lacra social que impide a las personas llegar a realizarse humanamente. Si el envidioso ve progresar a sus semejantes se enferma, porque piensa que él y los suyos son los únicos que deben progresar. Se considera superior en atributos, cultura, modales, posición social; sin embargo se siente frustrado al confrontar la realidad y comprobar que sus competidores o rivales gratuitos logran mayores éxitos que él. Por culpa de la envidia muchos acuden a la brujería para destruir la felicidad de un hogar, le rayan la pintura de un automóvil, hablan mal de las persona inventando infamias, chismes etc.
El envidioso se “alegra de los fracasos ajenos”, “sufre con los éxitos ajenos”, pero desaprovecha tanta energía que no es capaz de alcanzar sus propios objetivos. Considera que los demás consiguen las cosas con facilidad y sin esfuerzo, no es una persona generosa, si triunfa nunca se siente satisfecho. Es un sentimiento muy perjudicial para quien lo siente y “muy peligroso para la persona envidiada”.
La envidia se produce como consecuencia de dos tendencias:
1. Desear lo que no tiene y
2. Compararse con los demás.
La envidia es el gusano roedor del mérito y de la gloria. La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestran cuanto se aburren. Y, es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada, y nunca más odiosa que cuando pretende disfrazarse de justicia.
La envidia no es vicio ni virtud, son penas que trasnochan y lo ponen en camino de la locura. La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come. A menudo hace ostentación de las pasiones, aunque sean las más criminales; pero la envidia es una pasión cobarde y vergonzosa, que nadie se atreve nunca a admitir.
Si eres envidioso y quieres salir de ese estado porque te está consumiendo la vida, la única forma de conseguirlo es:
Primero, conectándote con DIOS
Segundo:
1. Siente el cariño y el apoyo de los seres queridos.
2. Desarrolla tu sentido del humor.
3. Encuentra tu propia identidad.
4. Se consciente de qué es lo prioritario de tu vida.
5. Tolera tus defectos y valora tus cualidades y las cualidades ajenas en su real medida.
Te sugiere, Palabra de Chaviñejo.
La envidia se produce como consecuencia de dos tendencias:
1. Desear lo que no tiene y
2. Compararse con los demás.
La envidia es el gusano roedor del mérito y de la gloria. La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestran cuanto se aburren. Y, es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada, y nunca más odiosa que cuando pretende disfrazarse de justicia.
La envidia no es vicio ni virtud, son penas que trasnochan y lo ponen en camino de la locura. La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come. A menudo hace ostentación de las pasiones, aunque sean las más criminales; pero la envidia es una pasión cobarde y vergonzosa, que nadie se atreve nunca a admitir.
Si eres envidioso y quieres salir de ese estado porque te está consumiendo la vida, la única forma de conseguirlo es:
Primero, conectándote con DIOS
Segundo:
1. Siente el cariño y el apoyo de los seres queridos.
2. Desarrolla tu sentido del humor.
3. Encuentra tu propia identidad.
4. Se consciente de qué es lo prioritario de tu vida.
5. Tolera tus defectos y valora tus cualidades y las cualidades ajenas en su real medida.
Te sugiere, Palabra de Chaviñejo. 
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