viernes, 18 de diciembre de 2009

SEMBRAR PAZ

En todas partes debemos sembrar la paz, pero principalmente en el corazón de los niños y los jóvenes. ¿Cuál sería la mejor manera de sembrar la paz en el mundo? Enseñar a las familias a estar en paz en el hogar, en la institución y conciliar todas las discusiones y disputas antes de retirarse a descansar, aun si para ello tuvieran que quedarse sin dormir; de modo que los niños y los nuevos socios puedan ver que la paz se puede alcanzar y mantener mediante el uso de la racionalidad o de la inteligencia. Los seres humanos no tienen cuernos o garras, ni tampoco dientes afilados. Su arma es la inteligencia. Se debe enseñar a los niños, a través del ejemplo de los padres, de los mayores y del aprendizaje de los hechos innegables de la vida, los principios básicos: que la paz es una fuerza que a todo lo penetra y mantiene unido al universo, que con esta fuerza creamos cada minuto, cada hora, cada día, y que, como el tiempo es un ciclo, lo que creamos vuelve a nosotros. A los padres incumbe crear a los sembradores de la paz del futuro. Y recordar que enseñamos a los niños de una sola y única manera: Mediante nuestro ejemplo. Así es, los padres somos los directos responsables de enseñar a los niños a estimar y apreciar a los grupos sociales que son diferentes y tienen creencias diferentes. Enseñarles la franqueza que necesitan para vivir en un mundo diverso en el cual otras personas tienen su manera de ser propia y única, su vida y su cultura. Enseñarles el valor de la diversidad, y también hacerles conocer los conceptos intolerantes de las mentes estrechas. Darles las herramientas para que vivan en un mundo de diferencias sin sentirse amenazados, sin obligar a los demás a doblegarse a su voluntad, a su cultura. Enseñarles que nunca es útil hacer daño a nadie. Amigo lector: Expresa serena y claramente todo lo que tengas por verdad y escucha a los demás, incluso a los necios y a los ignorantes, que también ellos tienen algo que decir. Evita tratar con las personas ostentosas, vanidosas e imperativas, que perturban el espíritu. Si das en compararte con los demás, podrías amargarte y envanecerte, pues siempre encontrarás personas que valen más que tú, así como otras que son menos. Disfruta de tus logros como de tus proyectos. Que el interés por tu prefesión o tu ocupación, aunque sea muy humilde, se mantenga vivo en los vaivenes del tiempo. Tu profesión o tu ocupación es un verdadero tesoro. Muéstrate tal como eres. Sobre todo no finjas el afecto que no sientes, tampoco mires el amor con cinismo. Atiende gustosamente a lo que te dice el paso de los años y renuncia con gracia a los goces propios de la juventud. Al igual que los árboles y las estrellas, tú también eres una de las criaturas del universo; ¡Tienes derecho a estar aquí! Por lo tanto vive en paz con Dios demostrando en cada paso que des, amor a Él y al prójimo. Sea atrevido y valiente. Cuando vuelvas la vista atrás, lamentarás más las cosas que no has hecho, que aquellas que hiciste. La perfección, no tiene límites y no olvides que la paz y la grandeza puedes hallarlo en el silencio. Todas las ingratitudes de la vida, sus discordias y asperezas, esto es, la violencia, tienen su origen dentro de nosotros y no fuera. Una gran mayoría culpa de sus discordias, peleas o fracasos al destino, a sus iguales o a Dios y vive amargado por ello. Es hora de que se den cuenta que la causa de la discordia, los líos, enfrentamientos o los fracasos no están en los demás o en las circunstancias externas, sino, dentro de El. Estar en paz con la vida, depende única y exclusivamente de ti. Para sembrar la paz hay que saber vivir en paz. (DEL TUNEL DE LA VIDA)

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