¿Qué es lo que genera más la degradación de la humanidad? ¿Por qué en el Perú campea la corrupción, los asaltos, los secuestros, los crímenes, el tráfico de drogas, la piratería, etc.? ¿Por qué tantos añoran la política y con uñas y dientes buscan acceder a cargos públicos? ¿Será por servir a sus semejantes o por servirse ellos del cargo y llenarse los bolsillos? ¿Por qué hemos llegado al extremo de aceptar que la gente no vale por lo que es, sino, por lo que tiene?... Es el dinero, esa ambición desmedida de poder económico lo que genera la indignidad humana. Pareciera que el dinero se ha covertido en engendro de Satanás y la negación de Jesús.
El reto de la Navidad, es el reto de la pobreza escogida por Nuestro Señor. Jesús no vino como se esperaba, sino en pobreza radical. Al Niño Dios lo encontramos en un pobre establo, acostado en un comedero de animales. La Virgen y San José estaban allí. Compartieron la realidad de Jesús. No hay otra manera de ser cristiano. Allí también fueron los pastores y los magos.

Dios nos da la gracia cuando ponemos en El nuestro corazón. Dios nos abre al amor cuando servimos a los pobres y así nace un deseo de ser verdaderamente libres, nace el gozo de amar, de darse, que no se puede comparar con el placer de tener cosas. Los pobres nos benefician mucho mas de lo que nosotros a ellos. Es cierto que cuesta, hay que lanzarse y sacrificar muchas cosas, pero así se es libre y se es de Dios. El amor va a cambiar nuestra mentalidad. Pronto nos parecerá increíble que se derroche el dinero en tantas cosas. Ya no podremos hacerlo igual porque el amor es así, y a los pobres hay que amarlos si amamos a Jesús.
Si tienes una computadora, perteneces a un pequeño grupo de los económicamente privilegiados. La mayoría de tus hermanos no tienen ni electricidad en sus casas. Esta Navidad pídele a Jesús nazca de veras en tu corazón. Entonces da los pasos necesarios para que la gracia opere. Ve a los pobres. Entra en esas casitas que no son diferentes al establo de Belén y veras lo que Dios hará en tu corazón.
Mateo 10:42 «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa.»
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