Es un error vivir de recuerdos. Lo pasado, pasado está y por mucho que se deseé que fuera o no fuera así no hay vuelta atrás. No se debe maltratar la vida actual con hechos del pasado, porque producen melancolía, estados depresivos, tristeza, impotencia por no poder volver atrás. Si insiste permanecer en el pasado, más allá del tiempo necesario; pierde la alegría y el sentido del resto. Lo importante es dejar ir momentos de la vida, que se van clausurando. Puede pasarse mucho tiempo de su presente “revolcándose” en los porqués, en tratar de entender por qué sucedió tal y cuál hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos; todos y todas, estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas o con momentos de la vida, para seguir adelante. No podemos ser niños eternos ni adolescentes tardíos ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. No. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Nuestros hijos al nacer se
enfrentaron, contrario a nosotros, con la computadora y todos sus mágicos programas, con el correo electrónico, el chateo y la cámara conectada al PC para conversar con sus amigos. La máquina de escribir es un referente, no así algo que se deba reivindicar. Por eso, a veces es tan importante romper fotos, quemar cartas, destruir recuerdos, eliminar artefactos obsoletos. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. No espere que le devuelvan, que lo reconozcan, no espere que “alguna vez se den cuenta de quién es usted” Suelte. El resentimiento, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo. La vida sigue para adelante, nunca para atrás.
Porque si usted anda por la vida dejando “puertas abiertas” –por si acaso- nunca podrá desprenderse ni vivir el hoy con satisfacción. ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo! Si no, déjelo ir; cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero no por orgullo, no por soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio; usted ya no es el mismo que se fue hace meses o años; por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo; nada es vital para vivir porque cuando usted vino a este mundo “llegó” sin ese adhesivo, por lo tanto es tan solo: “costumbre” vivir pegado a él y es un trabajo personal, aprender a vivir sin él –sin el adhesivo humano o físico- que hoy le duele dejar ir. Aprenda a desprenderse, le repito, nada ni nadie nos es indispensable. Solo es costumbre, apego, necesidad. Pero... cierre, clausure, limpie, tire, despréndase, oxigene, sacuda, suelte... ¡Esa es la vida!
enfrentaron, contrario a nosotros, con la computadora y todos sus mágicos programas, con el correo electrónico, el chateo y la cámara conectada al PC para conversar con sus amigos. La máquina de escribir es un referente, no así algo que se deba reivindicar. Por eso, a veces es tan importante romper fotos, quemar cartas, destruir recuerdos, eliminar artefactos obsoletos. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. No espere que le devuelvan, que lo reconozcan, no espere que “alguna vez se den cuenta de quién es usted” Suelte. El resentimiento, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo. La vida sigue para adelante, nunca para atrás.
Porque si usted anda por la vida dejando “puertas abiertas” –por si acaso- nunca podrá desprenderse ni vivir el hoy con satisfacción. ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo! Si no, déjelo ir; cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero no por orgullo, no por soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio; usted ya no es el mismo que se fue hace meses o años; por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo; nada es vital para vivir porque cuando usted vino a este mundo “llegó” sin ese adhesivo, por lo tanto es tan solo: “costumbre” vivir pegado a él y es un trabajo personal, aprender a vivir sin él –sin el adhesivo humano o físico- que hoy le duele dejar ir. Aprenda a desprenderse, le repito, nada ni nadie nos es indispensable. Solo es costumbre, apego, necesidad. Pero... cierre, clausure, limpie, tire, despréndase, oxigene, sacuda, suelte... ¡Esa es la vida!
Comité de Damas presidida por la Sra. Nancy Vivanco de Caballa, del distrito de Lucanas, Dpto. de Ayacucho, organizó el “toro pukllay Cabanino” en un amplio local de Chorrillos. La actividad se inició con un colorido desfile de cantantes, cada cual, acompañadas por su propia arpa, violín y dos corneteros, interpretando tonadas alusivas al toro pukllay en contrapunteo por ayllus: Ichocca, Payan, Puro y Ccollana. La lidia de toros fue en un coso portátil. En los tendidos cada ayllu tomó estratégica ubicación haciendo vivas y urras en sana y emocionada competencia. Destacaron, 1º el “chaupi toro” lidiado por aficionados de los 4 ayllus, luciéndose Pedro Zacarías Caballa Quispe, con casaca en mano sacó verónicas y molinetes al “minigigante ejemplar”; 2º los toreros bufos que hicieron una riesgosa y magnífica faena. La nota de despropósito la pusieron 3 jóvenes vestidos de luces pero sin conocimiento del arte de toreo, recibiendo la protesta general “del respetable”. 3º El desfile de caballos de paso. Un ejemplar impresionó con su indescriptible docilidad al permitir a su jinete pararse de un pie sobre la montura, recostarse en el anca y la cola, pasar por debajo del corcel, etc. Felicitaciones al Dr. Jhon Prado León que p














