miércoles, 18 de junio de 2014

CARTA DE UN HIJO A TODOS LOS PADRES DEL MUNDO

Queridos papito y mamita:
No me des todo lo que pido; a veces sólo pido para ver hasta dónde puedo lograr.
No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar yo también... y no quiero aprender a hacerlo.
No me des órdenes a toda hora. Si en vez de órdenes, a veces me pidieras un favor, yo lo haría más rápido y con mayor gusto.
Cumple tus promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo; y también si es un castigo.
No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o mis amigos. Si tu me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir; y si me haces quedar peor que los demás, seré yo quien sufra y quede humillado.
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer; decide y mantén tu decisión para que yo sepa a qué atenerme.
Déjame valerme por mí mismo; si tú haces todo por mí, yo nunca aprenderé a hacerlo por mi mismo.
No digas nunca mentiras delante de mí y mucho menos me pidas que yo las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro; me haces sentir mal y perder la fe en lo que tu dices.
Cuando yo haga algo malo, no me exijas que diga el por qué lo hice, a veces ni yo mismo lo sé.
Cuando te equivoques en algo, admite tu equivocación; crecerá la opinión que yo tengo de ti y me enseñarás a admitir también mis equivocaciones.
Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus mejores amigos; porque seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser también amigos.
No me digas que haga una cosa que tú no eres capaz de hacerla. Yo aprenderé con tus ejemplos e imitaré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo mandes; y no haré lo que no te vea hacer, aunque trates de exigírmelo.
Enséñame a conocer y amar a Dios y hablar con Él, no importa si en el colegio me quisieran enseñar o no; porque de nada vale el colegio, si yo veo que tú ni conoces ni amas a Dios, ni le oras.
Cuando te cuente un problema mío, no lo andes divulgando.
Nunca me digas no tengo tiempo para tus boberías, eso no tiene ninguna importancia. Trata de comprenderme y ayudarme.
Quiéreme mucho y dímelo. A mí me gusta oírlo, aunque tú no creas necesario decírmelo.
Trata de comprenderme. Tú también pasaste por mi edad, aunque a veces pareces olvidarlo.
No puedo ser perfecto; nadie lo es; tienes que tener paciencia.
No me trates como a un niño pequeño. Acepta que voy cambiando y me voy haciendo mayor.
Escucha mis opiniones y decisiones y cuando no estés de acuerdo o me des una orden, dime las razones que tengas.
No me desanimes; al contrario, dame ánimo y reconoce mis esfuerzos, progresos y realizaciones.
Trátanos a todos tus hijos por igual. Que ninguno sea tu preferido y que ninguno de nosotros sienta que te cae mal.
Te quiere mucho,
Tu Hijo (a)

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