Es inocultable que en el Perú los partidos políticos expresan 2 hechos:
1. Que se han convertido en meras oficinas de clientelaje
2. O cómo el clientelaje arrimó a los partidos a reducirse a él.
En uno y otro caso el objetivo de los ocasionales clientes, es encontrar un puesto de trabajo. No interesan los principios, ni la concepción doctrinaria ni ideológica del partido político. Por eso en cada proceso electoral aparecen movimientos políticos inmediatistas negando toda doctrina e ideología y justificando que los partidos cuando la tuvieron de nada les sirvieron; o sólo fue para confundir al pueblo y negarle su apoyo. Estos partidos inmediatistas no son sino, meras oficinas con carácter de lucro o de beneficio de un puesto laboral, cuya preocupación principal es reclutar cuadros administrativos para llenar puestos burocráticos, no para servir al pueblo, sino para enriquecerse ellos a costa del Estado. Tenemos a vista y paciencia tantas personas que sin escrúpulo van pasando en cada cambio de gobierno por diversos partidos políticos. A ellos no les interesa la doctrina, el principio, ni mucho menos la ética política, les da igual ser de derecha, de centro o de izquierda. Su fortaleza es haber desarrollado un buen olfato político que les permite acercarse al ganador en cada elección, valiéndose de mil artimañas ¿Para qué? Para seguir haciendo de las suyas, sin el menor respeto por el desarrollo del país.
El clientelaje político, ocasiona que la salud de la nación corre grave amenaza, porque no preserva el orden ni la importancia que tiene la Democracia. Alienta una peligrosa lucha o disputa por el poder, siembra odio visceral, engaño, falsas promesas y expectativas, en vez de generar justicia social, igualdad económica, participación ciudadana, que cada vez pasan a ser características ausentes de nuestra realidad. Es hora que los partidos políticos asuman un papel protagónico en el quehacer nacional, propongan planes alternativos de gobierno y fiscalicen el desempeño de cada gobierno de turno. Este papel lejos de afirmarse, en los últimos tiempos ha sufrido un retroceso. Pareciera que no se ha interpretado bien el papel de intermediación que tiene los partidos políticos, entre la sociedad y el Estado, por ello, éstos, entraron en crisis, descrédito, prebendas y clientelaje. En una encuesta de la Universidad de Lima se afirma que el 80,9% de la población no confía en los Partidos.
Por todo lo anterior podemos inferir, que los partidos políticos están en la necesidad de entrar en un proceso de reconstrucción organizativa e ideológica, a consecuencia de su propia inoperancia. Ojala que la población no siga cayendo en la tentación del clientelaje; y si esto sucede es porque el sistema de Partidos ha colapsado y no ha sabido canalizar estas debilidades de su propio sistema. Para que ello no ocurra el Estado y los partidos están en la obligación de luchar contra la pobreza, la desigualdad económica y social, por ser males muy sensibles y caldo de cultivo para aventuras autoritarias, golpistas, subversivas. "El progreso debe ser un movimiento ordenado y racional hacia una meta fija... y no un torbellino de oportunismos, direcciones falsas y encontradas."
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