miércoles, 5 de enero de 2011

AÑO ESCOLAR ¿FUE EXITOSO PARA SU HIJO?

Probablemente para muchos sí, pero para otros no. ¿De quién depende el éxito o fracaso educativo de su hijo? ¿Sólo de su hijo? ¿Solo de los padres? ¿O de ambos? Cuando los hijos salen jalados o desaprobados, son también los padres los que resultan “jalados” ¿Por qué? Por que usted amigo padre de familia es el primer gran responsable de la educación y formación de sus hijos y como tal asume la obligación de tomar conocimiento en forma minuciosa de cómo va avanzando en sus estudios diariamente, para ir estimulándolo y superando las deficiencias, dificultades o corrigiendo las desviaciones. Nunca espere diciembre o enero, para enterarse del calificativo que le traen sus hijos.
Cuando un hijo trae bajas notas, 'jalados’ o debe repetir el año, la actitud de los padres –casi generalizada- es sentarlos en el banquillo de los acusados y hacerlos sentir culpables. Sobre un fracaso, todavía removerles más la conciencia como para hundirlo del todo y dejarles sin más ganas para confiar en ellos mismos, en sus seres más queridos y así abrigar la esperanza de levantarse. Hay padres que le dicen: Has salido mal, por irresponsable y hasta malvado. No te das cuenta del sacrificio que hacemos tus padres, etc., etc.
¿Es cierto que los padres nos sacrificamos por educar a los hijos? No señor, no señora, los padres jamás podemos decir que “nos sacrificamos”. Exagerada palabra la de “sacrificio”. Los padres no nos sacrificamos por los hijos como Cristo en el calvario. Más bien, somos felices de esforzarnos porque así nos sentimos realizados como personas en el aspecto de nuestra maternidad o paternidad. Tengamos siempre presente que los hijos son la prolongación de nuestra existencia, y evitan que desaparezcamos completamente de este mundo, como consecuencia del “olvido”. En los hijos, los nietos, bisnietos, etc. se perpetúan nuestros apellidos y lo que fuimos capaces de hacer en esta vida. Los buenos padres hacen lo indecible, por que sus hijos sean mejores que ellos, es decir más educados, cultos, serviciales, respetados, etc.
Muchos padres imaginan que los hijos deben rendir en el colegio casi como una licuadora que, bien aceitada en su motor y debidamente enchufada a la electricidad, debe funcionar sí o sí. “Si te pago el colegio y te compro útiles, ¿qué pasa que no estudias?, ¿acaso trabajas? Algunos más primitivos, les pegan y hasta los cuelgan, como si la mala nota no fuera también, un rojo en la libreta invisible de estos padres crueles.
Muchas veces el bajo rendimiento escolar es un síntoma que expresa la forma de vida de una familia y la historia de cada uno de los padres, que colocan sobre el hijo, al margen de su voluntad, todas las emociones de sus historias infantiles. ¿Podrá estudiar bien alguien que vive junto a padres que pelean, o se griten o se ofenden diariamente? ¿Podrá obtener buenos calificativos los niños y jóvenes que conviven salpicados de líos familiares enloquecedores o que ha recibido maltratos, o con madre depresiva o padre alcohólico, etc.?
Aun cuando se tratara de familias suficientemente buenas, el hijo, por estar en crecimiento, es una persona en permanente evolución, provocadora de crisis y reordenamientos, y un rojo puede darse. Un “jalado” en este fin de año debería ser un buen punto de partida para auscultar el funcionamiento de la familia y evitar dramas posteriores.

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