sábado, 17 de abril de 2010

EN PERÚ ¿POLÍTICO EQUIVALE A CORRUPCIÓN?

Para Aristóteles, el hombre es un zoon politikon = animal político; porque los términos sociedad y política eran para ÉL un único término. En la vida política, los griegos no veían una parte de la vida, sino que la veían en su totalidad. Por lo tanto, un hombre no político era un ser inferior. Maquiavelo dice que el hombre busca llegar al poder para no dejarlo. Montesquieu, politólogo francés, dice que el hombre para ser libre debe ser esclavo de la ley, y que basta que haya una persona que no cumple con esa ley para que ésta condicione la libertad de los demás. En Perú desde aproximadamente los 3 últimos decenios del siglo pasado pareciera que los políticos son equivalentes a engaño, a promesas incumplidas, a corrupción; en su desenfrenado afán de disputarse el poder, para luego hacer mal uso y abuso de ese poder que le confío el elector, anteponiendo sus intereses personales, familiares y grupales, al bienestar común. Hay dos formas de ver la política: 1. Política agonal, que es lo que prometen los políticos, por ejemplo en las campañas electorales. 2. Política arquitectónica: Cuando llega la etapa de las realizaciones de lo prometido. En suma estas dos formas se convierten en paradoja, porque los políticos ya en el poder casi nunca cumplen sus promesas. Es urgente ajustar las estructuras a los contenidos conformando un orden jurídico, social, económico y político con un alto contenido ético; de lo contrario político, poder o gobierno seguirán siendo equivalentes a corrupción como hasta hoy. Existen 2 problemas fundamentales: 1. La libertad, como el dominio del hombre sobre sí mismo, y la propiedad como el dominio del hombre sobre las cosas. 2. La relación entre libertad y autoridad, la acción del uno sobre el otro y los límites de la acción recíproca, para suprimir la pobreza en medio de la abundancia y suprimir la explotación por el hombre y las desigualdades sociales artificiales. Estos problemas se agudizan en el país, porque los políticos abdican el bien común dando rienda suelta a su desmedido interés personal. Gracias al periodismo responsable conocemos hechos nacionales, regionales y locales denigrantes que lesionan la dignidad de los peruanos, protagonizados por algunos congresistas, ministros, miembros del poder judicial, del ministerio público, funcionarios regionales, ediles y demás políticos; en vez de contribuir a la solución de los álgidos problemas que afectan al país, como la falta de trabajo, la extrema pobreza, la violencia social, el manejo honesto del presupuesto público; hacen mal uso y abuso del cargo, causando grave daño a la democracia y el buen nombre del Perú. Es hora de romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz, por ser urgente sentar las bases para un gran tribunal moral que condene a muerte cívica en vida, a tantos corruptos y convenidos enquistados en el aparato estatal. Nunca más deben ocupar cargos de ninguna naturaleza. Es hora que dejen de creerse los dueños del Perú. Para eso la lucha debe librarse vía madurez cívica, en los colegios, las instituciones y las calles. Cada uno, desde donde esté debe luchar frontalmente contra la corrupción y los corruptos. Es hora de actuar llamando las cosas por su nombre. La indiferencia es camino directo al fracaso cada vez más denigrante y peligroso.

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