No necesito a mi lado alguien que pueda gastar millones en
“hacerme feliz”, necesito alguien que entienda que para hacerme feliz, solo
basta amor.
No busco que alguien pague mis cuentas, no busco que me saquen
a “pasear”, quiero alguien que salga de la rutina, que llegue con una rosa
a mi casa solo para decir “te amo”.
Quiero que alguien me sorprenda, que se interese por mí, que
me pregunte cómo me fue en el día, que se interese por mis cosas, que
planee conmigo y no que diga “sí, claro ” o un “después vemos”.
Quiero que exista alguien a quien poder decirle lo que se me
antoja o lo que me gusta, alguien que me cuente de su vida, de sus problemas, que
me vea como su apoyo, como su amiga, como su confidente. No quiero alguien que
haga parecer que todo en la vida es perfección.
Quiero que alguien me diga hermosa, que al verme sonría, que
busque mi mano, que busque abrazarme, no alguien a quien tener que robarle un
beso. Quiero alguien que se sienta orgulloso de mí, que sienta celos si
alguien está rondando, que valore lo que soy y que si le digo “te amo” me
regale una sonrisa.
Busco a alguien que sepa que prefiero una servilleta donde
diga “me encantas” al regalo más caro. Yo no necesito a mi lado alguien
que pueda gastar millones en “hacerme feliz”, necesito alguien que
entienda que para hacerme feliz, solo basta con que esté muy enamorado de mi.
El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni
jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se
irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a
la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta. 1 Corintios 13:4-7
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