Cuentan que Francisco esperaba con entusiasmo el sábado
porque su padre le había prometido ir a pescar si el tiempo era bueno.
Una prolongada sequía había secado los campos y jardines,
pero aquel sábado por la mañana empezó a llover a cántaros y parecía que la
lluvia duraría más de un día.
El muchacho, decepcionado, parecía inconsolable y se acercó a
su padre, quien estaba calentándose y leyendo un buen libro y le dijo: ¿Cuándo
será que las cosas se harán bien?
Su padre trató de hacerle comprender cuánto necesitaban la
lluvia, los campos secos, pero el muchacho insistió: Sabiendo Dios que nosotros
tenemos que ir a pescar hoy, podía haber enviado la lluvia otro día.
Por la tarde mejoró el tiempo, volvió a salir el sol y su
padre lo llevó cerca del lago. Quizás a causa de la reciente lluvia o por
alguna otra razón que sólo los peces conocen, éstos mordieron los anzuelos con
hambre y padre e hijo llegaron a casa con una buena cesta de pescado.
Aquella noche se le pidió a Francisco que diera las gracias
antes de cenar. Después de repetir las palabras de costumbre añadió:
Señor, y si murmuré contra ti esta mañana perdóname, pues yo no puedo ver más allá de la nariz, como dice el maestro cuando no acertamos los problemas, pero tú sabes hacer las cosas mejor.
Quizás los planes que tenías para tu vida no han estado
saliendo como tú deseabas. Probablemente te has visto en la necesidad de
postergar aquellas cosas que, bajo otras circunstancias, ya estarían
terminadas. Pero Dios tiene otros planes para tu vida y ha mandado lluvia
repentina a tu vida.
No desesperes ni te frustres si las cosas no están saliendo
como tu querías, el que aún no hayas logrado algo no es síntoma de fracaso ni
significa que Dios se ha olvidado de ti o que no escucha tus oraciones; por el
contrario, en su infinita misericordia ha trazado un plan mejor para ti y
cuando llegue el tiempo de cumplir tus metas, tu pesca será mayor de la que
imaginabas.
“…Ningún ojo ha visto, ningún oído ha
escuchado, ninguna mente ha imaginado lo que Dios tiene preparado para
quienes lo aman” 1 Corintios 2:9
Confía en que los planes de Dios para tu vida son perfectos
porque te ama, quizás la lluvia que ha enviado no dure horas, ni tres días, ni
unas pocas semanas, pero puedes estar seguro que este aguacero no sólo
beneficiará los campos que tanto la necesitan, sino que cuando cese tu pesca
será sorprendente.
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