En cierta ocasión, un joven observaba a un hombre que tenía
más de ochenta años que estaba sembrando un huerto de manzanos. El anciano
amorosa y cuidadosamente preparó el terreno, plantó los diminutos vástagos y
les echó agua. Después de estar mirándolo por un rato, el joven dijo: “Usted no
espera que va a comer manzanas de esos árboles, ¿verdad?”
“No —replicó el anciano—, pero alguien lo hará”. Tus acciones
ayudarán a esos que te seguirán. No eres un eslabón perdido. No eres una
isla…eres un continente. Hay alguien detrás de ti y será la prolongación de tu
vida, para bien o para mal. Entonces siembra ahora manzanas para él o ella
tengan la bendición de comerlas y mientras lo hacen te recordarán y sin duda
hablarán muy bien de ti.
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