lunes, 11 de febrero de 2013

ASÍ ES ¿SER INSTITUCIONALISTA?

La radio a través del tiempo sigue siendo uno de los medios de comunicación masiva, más importantes y trascendentes en la dinámica social del país, no solo por transmitir música y noticias sino por despertar en el oyente un cambio de actitud mediante la cultura y la promoción de práctica de valores que tanta falta nos hace. Sin embargo, la ausencia más sentida en muchos programas radiales, es el cambio de actitud mediante la cultura y la promoción de práctica de valores. Cotidianamente muchos de los que usan el micrófono de la radio, lo hacen para llenarse la boca de ser institucionalistas” con espantosa incoherencia y temeridad. Por ejemplo a través de la radio sabemos que “un institucionalista”, cuestionó el manejo económico del consejo directivo de la institución de su pueblo y logró la conformación de una comisión revisora de cuentas. Presidió él, esa comisión y se trajo abajo al consejo directivo logrando que en su reemplazo se designe una comisión reorganizadora. Nuevamente él presidió esa comisión y convocó a elecciones; candidateó al máximo cargo, salió elegido presidente de la institución, cumplió su periodo y nuevamente ahora es reelegido… así es ¿ser institucionalista? ¿Dónde queda la ética y la igualdad de oportunidades? Si es así la idiosincrasia de ellos ¿por qué y para qué usan las emisoras radiales? ¿Qué mensaje trasmiten? Algunos dirigentes, más que adultos, a veces parecen adulterados.
Asimismo, en el ambiente de emigrantes de las provincias del país a Lima, encontramos una buena cantidad de programas radiales que llevan el nombre de sus pueblos o Patrones dedicados casi exclusivamente a invitar a los oyentes, junto con los “institucionalistas” a un sin número de actividades de beneficio económico que organizan compitiendo deslealmente por existir un excesivo número de instituciones en Lima. Pero cumplida la actividad, ningún dirigente o “institucionalista” regresa al programa radial a informar de los fondos económicos recaudados, peor de la inversión de dicho dinero ¿Qué significa eso? La pregunta es a los institucionalistas. ¿Está bien usar las instituciones para beneficiar a algunas personas, que presumible mente por esa razón, es decir beneficiarse económicamente, les encanta ser dirigentes casi “eternos y exclusivos”?. Separo de la pregunta y saludo a quiénes con nombre propio organizan actividades en beneficio personal o familiar, porque nos recuerda el “ayni” que entre otros, hizo poderoso el imperio incaico, así como a los artistas y productores de programas radiales, que requieren de esos fondos para asegurar su permanencia en la actividad artística o en la emisora.
¿En qué consiste y no consiste la conducción de un dirigente?
1. No consiste en dar órdenes y hacer que las obedezcan
2. No consiste en culpar a los demás. El auténtico dirigente se responsabiliza de las decisiones que toma o deja de tomar.
3. No es indeciso. El dirigente es firme en tomar decisiones.  
4. No es indispensable ni es egoísta. El buen dirigente no usa, ni abusa de los demás en beneficio propio.
5. No consiste en organizar actividades y dejar de rendir cuentas. El auténtico dirigente lleva cuentas claras, documentadas y demuestra con obras tangibles el manejo económico de la institución. Si no es así corre el riesgo de dividir o desaparecer la institución.
La fábula de Esopo, "La Gallina de los Huevos de Oro”, es un excelente ejemplo para relacionar la función del dirigente con la obtención de resultados y la efectividad de la institución. La historia cuenta que un granjero un día va al corral y encuentra un brillante huevo de oro. Aunque sospecha de su suerte, decide llevarlo a su casa donde comprueba que el huevo es verdaderamente de oro. Desde ese día, todas las mañanas el granjero encuentra un huevo de oro en el corral y pronto se hace rico. Mientras aumenta su riqueza, sin embargo, también se vuelve avaro e impaciente con los huevos que pone la gallina. En un intento por obtener todo el oro de la gallina de una sola vez, la mata y la abre, pero no encuentra nada adentro. Con la muerte de la gallina, sobreviene también la desaparición de su riqueza. Esta antigua fábula, mantiene vigente el enorme desafío al que se enfrentan hoy los dirigentes y las instituciones. 

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