Gracias, Jesús, por venir a la Tierra a vivir igual que uno
de nosotros
y a sufrir todas las cosas que nosotros sufrimos para que llegáramos a conocer el amor de nuestro Padre celestial.
y a sufrir todas las cosas que nosotros sufrimos para que llegáramos a conocer el amor de nuestro Padre celestial.
Gracias también por morir por mí, para que pudiera
reconciliarme con Él y alcanzar la vida eterna en el Cielo.
Te acepto ahora como Salvador.
Te ruego que me perdones todas mis faltas y que pueda llegar
a conocerte y a amarte de forma profunda y personal.
Amén.
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