viernes, 20 de mayo de 2011

PORQUE EN PERU, ¿MENTIR NO ES DELITO?

Si mentir en Perú fuera delito como en otros países, ¿Cuántos peruanos estarían procesados por la justicia? ¿Cuántos en las cárceles? La mentira en Perú empieza en el hogar y luego en los altos funcionarios de estado, en los candidatos a casi todos los cargos, que no vacilan mentir y sorprender a los electores con tal de hacerse elegir, ya sabemos, para qué. Esta penosa realidad se intensifica c/vez más, al extremo de que ser político en Perú, es ser equivalente a mentira, a engaño, a promesas incumplidas, a corrupción. En el país se ha llegado al colmo de que la ley reconozca la mentira como un derecho de los procesados por la justicia, esto por obra y gracia de los políticos asentados en el Congreso. Que tal diferencia por ejemplo con Miami donde un ex alcalde y ex ministro peruano el año pasado fue procesado y sancionado por mentir.
Mentir equivale a engaño intencionado, consciente que lesiona la buena fe en la relación interpersonal y social. La mentira no debe justificarse de ninguna manera, menos admitirse como medio legítimo de defensa; pues todos merecemos y nos sentimos complacidos cuando los demás son sinceros y nos hablan con la verdad. Es que verdad, justicia y amor son tres ingredientes que nunca jamás deben faltar en la vida humana, ya que cuando alguno de estos elementos faltan en una persona, ésta se convierte en un ser infeliz, amargado y repudiable, que a la vez malogra la vida de los demás. La verdad no es solamente un deber ni tampoco solamente un derecho, sino ambos: derecho y deber. Tenemos derecho a que las personas nos hablen con la verdad y al mismo tiempo tenemos el deber de hablarles a los demás con la verdad.
Porque en Perú mentir no es delito, nuestro país está enfermo, nadie puede negarlo y no hace otra cosa que empeorar. Los responsables de su cura lo agravan más y más, con mentiras, difamación, soberbia, etc.; de los que, se genera la corrupción; que empieza en los partidos políticos, los poderes del estado, las regiones, los municipios, los clubes, etc. Es doloroso ver que la clase política c/vez adolece de formación ética, profesional y capacidad de trabajo, por eso, está abrumada de mentirosos, impostores, aprovechadores de puestos políticos, buscadores de placer y aventureros. Es una verdadera desgracia. Tenemos la peor burocracia, que desprecia a gran parte del país, que desconoce sus tradiciones y no sabe asumir este territorio como suyo y a la población sin diferencias. Solo buscan enriquecerse ellos, a como dé lugar. ¿Hasta cuando? Hasta cuando cambie la conciencia ciudadana y se imponga la madurez cívica para lanzar y elegir en los cargos a ciudadanos honestos, desterrando del habla nacional, lo que gusta a muchos “el mal menor”. El mal como tal no existe, se da por ausencia del bien. Lo que pasa es que no somos buenos para elegir y en cada proceso electoral nos dejamos engañar con mentiras. Decir siempre la verdad, es jugar limpio, ser tu mismo y tener un nombre limpio, y eso, debe ser el mejor tesoro y la mejor herencia que dejemos a la familia y a los compatriotas.

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