domingo, 6 de febrero de 2011

HASTA CUANDO EL VOTO SERÁ UNA OBLIGACION

El voto, desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es uno de los derechos fundamentales de las personas, pues a través de ella el ciudadano expresa su voluntad. En Perú el artículo 31 de la Constitución Política establece:… “Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos mediante referéndum; iniciativa legislativa; remoción o revocación de autoridades y demanda de rendición de cuentas. Tienen también el derecho de ser elegidos y de elegir libremente a sus representantes, de acuerdo con las condiciones y procedimientos determinados por ley orgánica. Es derecho y deber de los vecinos participar en el gobierno municipal de su jurisdicción. La ley norma y promueve los mecanismos directos e indirectos de su participación. Tienen derecho al voto los ciudadanos en goce de su capacidad civil. Para el ejercicio de este derecho se requiere estar inscrito en el registro correspondiente. El voto es personal, igual, libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años. Es facultativo después de esa edad. La ley establece los mecanismos para garantizar la neutralidad estatal durante los procesos electorales y de participación ciudadana. Es nulo y punible todo acto que prohíba o limite al ciudadano el ejercicio de sus derechos…”
El voto no tiene que ser obligación para ir a elegir a un determinado candidato por el simple hecho de cumplir con un deber asignado por el estado. Considerar al voto como un deber, es considerarlo como obligación, donde las personas actúan por temor, o coaccionadas por el pago de multas. En esa forma no distingue por qué y a quién elige. Así se vicia la voluntad del elector. Y lo más probable que no elija al ciudadano probo, honrado, decente, veraz, humano, altruista, trabajador, sino al pillo, improvisado, figureti sacado de la propaganda abrumadora, de la farándula, del deporte o de las telenovelas. Eso responde al interés de aquellos que solo saben vivir de la política, gente que nunca en su vida ha trabajado para comer el pan con el sudor de la frente, si no se atribuyen de “demócrata” para parasitar al estado haciéndose pasar de sabe lo todo y “salvadores del estado”. En fin, todo esto conduce a la desnaturalización del voto, lo que no sucede en sociedades, cuyos ciudadanos tienen otro nivel político.
Mientras exista en el Congreso personas convenencieras, improvisadas,  inmorales, se seguirá confundiendo a la población para hacerles ver el libre ejercicio del derecho al voto con la obligación de votar, así sea que los candidatos no sean del agrado del elector. Esta democracia es risible en estos términos. No olvidemos que el voto es la máxima expresión de los derechos políticos, el cual representa el poder soberano de decisión de las mayorías y no puede ser delegado. Sin embargo en las listas de candidatos para el próximo congreso, los factores decisivos son el aporte económico, lazos familiares o el hecho de ser artistas, deportistas o cualquier persona con fama y notoriedad para atraer votantes sin perjuicio de que no tengan la menor idea de qué es, ni dónde queda, el Congreso. Con criterios como esos a nadie debiera sorprender el riesgo de que el próximo Congreso sea, incluso, peor que el actual. Es decir, menos eficiente, más mediocre, menos inteligente, más corrupto. Aunque usted no lo crea.

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