Con alguna frecuencia los padres de familia se quejan del comportamiento de sus hijos adolescentes. En ese caso resulta fundamental mantener una buena comunicación. La adolescencia es una etapa difícil o crítica de la vida, porque en esta etapa se presenta mayor secreción hormonal, el crecimiento súbito, la definición sexual, la necesidad de independencia, la acentuación de los caracteres sexuales secundarios, la elección o inclinación vocacional, entre las más significativas. La adolescencia se rige por determinados principios que no deben ser olvidados jamás para evitar dificultades en la comunicación padres-hijos.
Para lograr una buena comunicación con adolescentes por ejemplo nunca debemos decir o usar estas expresiones:
1. “Tú tienes que...” En este caso es preferible preguntar qué ha pensado hacer al respecto, antes de trazar pautas ajenas a él. El adolescente debe aprender a encontrar soluciones propias, a manejar el estrés, las relaciones difíciles, etc.
2. “Por qué tú no hiciste...” Lo que no se hizo no tiene solución pues pertenece al pasado. Es mucho mejor que el adolescente aprenda de los errores cometidos y sea capaz de volver a intentarlo, por lo que se le debe asegurar que él es capaz de hacerlo, que él puede lograrlo.
3. “Muchos de tu edad...” Esta desafortunada comparación no debe ser pronunciada jamás. Lo importante es aceptar al adolescente tal y cual es, y solidarizarnos con sus decisiones, las que por lo general, son adecuadas a sus intereses.
4. “Cuando yo tenía tu edad...” Otra comparación peor que la anterior, pues provocará una rivalidad entre padres e hijos. Cuando usted tenía su edad las cosas eran muy diferentes a como son en estos momentos. Es más inteligente invitarlo a dialogar sobre el tema que consideramos problemático, o el que posiblemente necesite alguna orientación, pero nunca ponernos como modelo que no somos.
5. "Yo en tu lugar haría..." Otro error en la comunicación, pues estamos cometiendo fraude, con el inconveniente de que nuestra opinión pudo haber sido válida para nosotros, mediatizada por nuestra experiencia pasada que no la tiene el adolescente y por nuestros juicios de valor que no son los de él. Es mucho más sensato aproximarnos a él preguntándole qué piensa hacer ante la situación que tiene y de esa manera conoceremos cuan acertadas o no son sus decisiones. Si son correctas deben ser estimuladas y si no se le debe incitar a manejar otras opciones más productivas.
Tus hijos no son tuyos, son los hijos y las hijas de la vida, aun estando a tu lado no te pertenece. Puedes darle todo tu amor, pero no tus pensamientos, por que ellos tienen sus propios pensamientos. Puedes albergar sus cuerpos, no sus almas; por que sus almas habitan en la casa del futuro, cerrada para los padres, cerrada incluso para tus sueños. Puedes esforzarte por ser como ellos, más no trates de hacerlos como tu; por que la vida no retrocede ni se detiene en el ayer. En tal sentido, no trates de ser el mejor amigo de tu hijo para que él te mantenga al tanto de cuanto hace, lo cual es un atentado a su individualidad e intimidad. Lo inteligente es lograr que el adolescente tenga su vida privada, sus secretos y sólo nos comunique aquello que le es confuso, extraño, hostil, teniendo en cuenta que ellos tienen que vivir sus vidas y nosotros las nuestras. (Extracto del libro TÚNEL DE LA VIDA)
miércoles, 15 de julio de 2009
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