SEÑOR...
...Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
...Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes
inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme
como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación
si fracaso
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que
precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la
venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del
fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si
la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor...si yo me olvido de ti, Tú por favor nunca te olvides
de mí!
No es cuanto oras. Sino cómo oras y a quién oras lo que
determina el valor de la oración. Si te diriges al Padre y tu oración es libre
de egoísmos, vanidades o falsas ilusiones, entonces tendrás una oración de
calidad.
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