JESÚS TE DICE:
Déjame al cuidado de todas tus cosas y te irá mejor. Cuando te entregues a Mí todo se resolverá con
tranquilidad según mis designios. No te desesperes. No me dirijas una oración agitada, como si quisieras
exigirme el cumplimiento de tus deseos. Cierra los ojos del alma y dime con
calma…
¡JESÚS EN TI
CONFÍO!
Evita las preocupaciones angustiosas y los pensamientos
sobre lo que pueda suceder después. No estropees mis planes queriéndome imponer
tus ideas. Déjame ser Dios y actuar con libertad. Entrégate confiadamente en Mí y deja en mis manos tu
futuro. Dime frecuentemente….
¡JESÚS EN TI
CONFÍO!
Lo que más daño te hace es tu razonamiento, tus propias
ideas y el querer resolver las cosas a tu manera. Cuando me dices ¡Jesús en ti
confío! No seas como el paciente que le dice al médico que lo cure, pero le
sugiere el modo de hacerlo. Déjate llevar por mis brazos divinos, no tengas miedo; ¡YO TE AMO! Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de
tu oración, sigue confiando, cierra los ojos del alma y confía. Continúa
diciéndome a toda hora:
¡JESÚS EN TI
CONFÍO!
Necesito las manos libres para obrar. No me ates con tus
preocupaciones inútiles. Satanás quiere eso: agitarte, angustiarte, quitarte la Paz. Confía en Mí. Reposa en Mí. Entrégate a Mí. Yo hago los milagros en la
proporción de la entrega y confianza que tienes en Mí. Así que no te preocupes,
deposita en Mí todas tus angustias y duerme tranquilo. Dime siempre…
¡JESÚS EN TI
CONFÍO!
Y verás grandes milagros… te lo prometo por mi amor.
ABRE TU PUERTA Y TU CORAZON A CRISTO… RECÍBELO A MARÍA…
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