martes, 10 de abril de 2012

PARA TI, QUE INSULTAS

Las “personas” que insultan directa o indirectamente incurren en delito de acoso moral. Según María José Edreira acoso moral, es toda conducta abusiva, verbal o no verbal, que atenta contra la dignidad o integridad psíquica o física de una persona. El objetivo es paralizar a su atacante para que no pueda pensar ni comprender, es decir, pretende pervertir moralmente a la víctima y destruirla lentamente para conseguir un crimen perfecto. Los que insultan sin precisar nombres están enfermos o son víctimas de una mente enfermiza, nunca están conformes con su propio ser ni con otros seres, no resisten un mínimo auto análisis y juzga a los demás constantemente. Ocultan su aflicción, su incapacidad, su conducta destructora de muy diversas maneras. Ataca a los demás a través de la violencia verbal y/o psicológica e incluso física. Decía un maestro: “Algunos tratan de ahogar sus penas en alcohol. Pero las penas flotan”.
¿Qué ganas con insultar? El que insulta es un ser que no puede ver más lejos de sus propias narices, no puede ir más allá de sí mismo. Trata de endiosarse dando a su ataque la categoría de defensa de las ‘normas sociales’ o de ‘moral universal’. Pero no puede elevarse más allá de su propia inteligencia, de su entendimiento. Quién insulta es incapaz de apreciar la belleza o la grandeza en nada ni en nadie, es imposible que viva en paz consigo mismo y menos con los demás. Es cierto que todos tenemos de bueno y de malo. Lo que importa, es tomar consciencia de ello. Si no es así será imposible entendernos. Es más, quien trata de ofender escondido en la sombra, o en el anonimato nunca será capaz de escapar a su propio dolor, ni de huir de sí mismo. Al contrario, su tormento aumentará en proporción directa a lo bajo y chabacano del improperio. El que se esconde en la sombra tiene miedo, mucho miedo de que le canten sus verdades. Tiene una doble moral, siente pavor de enfrentarse a su propia incongruencia. Es un cobarde que muestra su nivel de educación y formación, de falsedad, de incoherencia y de enfermedad. Lo único que merece es ser expulsado y vetado a perpetuidad de su entorno social.
Al que insulta desde la sombra le pregunto ¿Crees que con tu insulto has contribuido a lograr un mundo mejor? ¿Has mirado dentro de ti para ver si con tu cobarde agresión tu dolor es menor? ¿Has conseguido acercarte a tu verdadera esencia? Como dijo Polonio a Laertes en ‘Hamlet’: “Y, sobre todo, sé fiel a ti mismo, pues de ello se sigue, como el día a la noche, que no podrás ser falso con nadie. 

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