Como cada año, Señor, hacemos un recuento de nuestros días
vividos, las cosas buenas, las cosas malas. Pero en esta ocasión lo único que
puedo hacer es ver todas aquellas cosas que sucedieron, las que hice bien, las
que hice mal a través de tu Misericordia. Solo tu Misericordia hace
posible vivir plenamente cada instante de mi vida. La verdad no me costó mucho
verla, pues desde que abrí los ojos a cada día, ya estaba ahí tu Misericordia.
Y cada noche al cerrar los ojos, tu Misericordia me arrullaba.
Un canto de alabanza, un himno de gratitud brotan de lo más
profundo de mi corazón porque tu Misericordia me rodea, me sostiene y me
alienta. No tengo ningún temor para empezar el nuevo año... Tu Misericordia es
inmutable.
Las cosas que me alteraron, las que me asustaron, las
que me alegraron son las cosas que tu Misericordia infinita permitió para que
yo aprendiera a confiar en Tí.
Las que vengan, por avasalladoras que lleguen a ser, estarán
contenidas en tu Amor que vale más que cualquier cosa.
Eso sí, tengo que pedirte perdón, porque he abusado de tu
Misericordia y he cometido muchas faltas, pero aún así, es más la alegría de
haberme sentido perdonada, protegida y amada por ti.
Me desesperé, lloré, me enojé... pero al final
siempre, sin falta, estuvo tu Misericordia para consolarme y amarme.
Aprendí a decir, con más o con menos fe, pero aprendí a
decir: Jesús en Ti confío.
Así termino este año, así comienzo el que viene: Jesús, en Ti confío.
Así termino este año, así comienzo el que viene: Jesús, en Ti confío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
mostrar siempre