No hay dudas de que todos hemos oído alguna vez la frase: Hablas
tan fuerte que no puedo escucharte. Un viejo poema confirma que el buen
consejo de medir tu lengua ha sido dado prácticamente por toda cultura, raza o
tribu.
La invertebrada lengua, tan pequeña y débil, puede destruir y
matar, declaran los griegos.
La lengua destruye las más grandes hordas, afirman los
turcos, como una espada.
El proverbio persa dice con sabiduría: ¡Lengua larga, muerte
temprana!
O a veces usan esta versión: No dejes que tu lengua
corte tu cabeza.
La lengua puede pronunciar una palabra cuya velocidad excede
el límite, dicen chinos.
Los árabes dicen: El almacén de la lengua es el corazón.
De los hebreos viene la máxima expresión: Los pies pueden
patinarse, pero la lengua nunca debe hacerse.
El sagrado escritor corona a todos: El que guarda su
lengua guarda su alma.
La solución a la cartera armamentista… a las elevadas tasas
de criminalidad, abuso y divorcio… puede muy bien yacer… en la lengua.
Las palabras de un padre son como un termostato que establece
la temperatura en un hogar.
Proverbios 18:21 La muerte y la vida están en poder de la
lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.
LENGUA DE BALLENA: “La Lengua de una ballena azul es tan
grande como un taxi y puede pesar tanto como un elefante. Quizá si pesara la nuestra no se movería tan rápido para denigrar
a un prójimo creado por Dios para alabanza de su Gloria”. Serafín Contreras G.
Salmo 5:9. En sus
palabras no hay sinceridad; en su interior sólo hay corrupción. Su garganta es
un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños.
Santiago 3:5 Así también la lengua es un miembro muy pequeño
del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se
incendia con tan pequeña chispa!
LENGUA DE CAMALEON: “Los camaleones tienen a menudo las
lenguas más largas que su cuerpo. Recordemos que Dios no nos hizo camaleones
sino seres humanos. Honremos en nuestro hablar la maravillosa obra de Dios al
hacer nuestra lengua para alabar y bendecir”. Serafín Contreras G.
Santiago 3:9,10. Pero ningún hombre puede domar la
lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que
están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición
y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
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