martes, 17 de enero de 2012

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.

Un día un rey que paseaba en su caballo se cayó y rompió un brazo. Entonces un campesino que pasaba lo fue a auxiliar. El rey se encontraba enfurecido por su mala suerte y por el dolor de la fractura. El campesino trató de calmarlo y le dijo: No se moleste por lo ocurrido, no hay mal que por bien no venga. Deja de decir estupideces, le contesto el rey, y lo apartó de si, con brusquedad. Es verdad lo que digo mi rey, no hay mal que por bien no venga. Como va a ser bueno que me haya roto un brazo. Contestó encolerizado y entonces echó a un pozo profundo al campesino.
El rey se volvió a montar en su caballo, en eso una turba de ladrones fanáticos lo capturó y tras recorrer muchos kilómetros, ya en su guarida decidieron sacrificar al rey para sus dioses. Pero en eso uno de ellos se dio cuenta que el rey tenía el brazo roto, el líder entonces dijo: No podemos sacrificar a este hombre porque su cuerpo es imperfecto, nuestros dioses no nos perdonarían, ofrecer la vida de este inválido, nuestro dios desea cuerpos perfectos. Y entonces lo dejaron ir. El rey comprendió que su vida la había salvado gracias a que se había roto el brazo, cuánta razón había tenido aquel campesino, y que mal había hecho al tirarlo a un pozo.
Así que regresó, y sacó al campesino del pozo y le pidió perdón y el campesino al escuchar la historia del rey le dijo: No se preocupe no tengo nada que perdonar, no hay mal que por bien no venga. Como puedes decir eso después de que te pague con un mal, tu sabio consejo.
El campesino sonrió, si usted mi rey no me hubiera tirado al pozo, los ladrones fanáticos nos hubieran capturado a los dos, y a quien cree usted que hubieran sacrificado. No hay mal que por bien no venga. Por algo suceden las cosas. 

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