miércoles, 16 de junio de 2010

UN GRAN COBARDE Y TRAIDOR... ENTERATE!‏

III PARTE
En este escenario, se dio la batalla de Tacna o del Alto de la Alianza. Los chilenos avanzaron desde el norte con 18 mil soldados y 1200 jinetes de caballería, con numerosa artillería manejada magistralmente por los artilleros ingleses. Los peruanos que estaban aliados con Bolivia opusieron 6500 peruanos y 3000 bolivianos, sin caballería y con 12 piezas de artillería. El llamado Ejército de Arequipa, que había salido desde Arequipa 2 meses antes al mando del Coronel Leiva, con 2000 soldados, para unirse al ejército de Tacna, jamás llegó. Su avanzada fue tan lenta, que el 26 de mayo día de la batalla, se encontraba en Mirave a 130 km. de Tacna, de donde regresó a Arequipa. Obviamente, este mal coronel no llegó a su destino por órdenes de Piérola, que era su amigo y coterráneo ya que ambos eran de Arequipa. A pesar de la tremenda diferencia de fuerzas, el encuentro fue terriblemente parejo, sobresaliendo el batallón Zepita al mando de Cáceres, y por el lado boliviano, los Colorados hicieron honor a su fama de aguerridos. Ante el tremendo empuje de valor y coraje aliado, el chileno empezó a retroceder y parecía que la victoria sería aliada; los batallones chilenos retrocedían y estaban a punto de entrar en pánico, a pesar de que los oficiales de ese ejército sableaban a los que daban la espalda. Sobre este momento, Vicuña Makena escribe: "Los batallones chilenos retrocedían y parecía que iban a entrar en pánico, en ese momento la suerte de Chile pendía de un hilo". Y lo que decía este historiador era cierto, porque Chile había invertido todo lo que tenia en esta batalla y si la perdía, simplemente perdía la guerra, porque les hubiera sido imposible volver a formar otro ejercito. Pero, fue en esas circunstancias que se detuvo el avance peruano. Sucedió que, lamentablemente se habían agotado las municiones y entonces lo chilenos volvieron a la carga y a nuestros compatriotas no les quedó más que batirse a bayoneta. Se perdió la batalla de Tacna y con ello la oportunidad de salvar a la nación, todo por la traición de un cucufato que se creía Dios y que servía al enemigo, Chile. La derrota del ejército de Tacna, agobió al pueblo peruano y corrieron muchas lagrimas cuando se difundió la noticia; sin embargo, en Palacio de Gobierno de Lima, hubo fiesta. El 28 de mayo de ese mismo año, dos días después de la batalla, se publicó en el diario oficial del gobierno de Piérola, llamado La Patria, un editorial que empezaba con las siguientes palabras: “Hace dos días atrás fue destruído en Tacna, el último reducto del corrupto régimen anterior" refiriéndose a los mártires del Alto de la Alianza, que todo el Perú lloraba. A ese punto llegó la insania mental de este dictador al servicio de Chile, en el peor momento de la historia del Perú. Pasaron los meses y el ejército invasor comenzó a desembarcar en las cercanías de Lima, todos los militares conocedores de su oficio le recomendaban salir al encuentro de las tropas chilenas que estaban desembarcando, para batirlas por separado impidiendo que puedan concentrarse. El diario El Comercio, en sus artículos y editoriales también exigía lo mismo, sin embargo Piérola, reacio a todo consejo, permaneció inmóvil permitiendo que los chilenos tranquilamente desembarcaran y se trasladaran a Lurín. En el fondo no quería delegar a nadie el mando del ejército, tampoco quería dejar Palacio de Gobierno y por eso decidió esperar al ejercito de Chile, en las puertas de Lima. Así, el 13 de enero de 1881, en San Juan, se dio el primer encuentro del compacto ejército chileno apoyado por su escuadra, contra un ejército peruano totalmente intencionalmente mal dirigido por Piérola. Naturalmente, el resultado no pudo ser bueno para los peruanos, que tuvieron que retroceder hacia la segunda línea colocada en Miraflores. Terminada la batalla de San Juan, la soldadesca chilena se desbandó y comenzaron a saquear las residencias de Chorrillos y cercanías, donde había muchas bodegas de vinos y otros licores, productos que los soldados mapochinos comenzaron a beber en forma desenfrenada, mientras le prendían fuego al pueblo. Preocupado el General Baquedano, comandante en jefe del ejercito chileno, le pidió una tregua a Piérola, cosa que éste aceptó inmediatamente, obviamente tenía que ser así. Piérola no podía permitir una debacle del ejército chileno. En la noche, mientras el fuego consumía las casas y residencias y los chilenos se mataban entre si y otros dormían en las calles o deambulaban totalmente embriagados por el alcohol, se presentó ante el dictador peruano, el Coronel Cáceres, para pedirle permiso y atacar con su batallón de dos mil hombres a los chilenos en la absoluta convicción que con esa acción terminaría con el ejercito chileno que se hallaba desbandado y borracho y con ello se ganaría la guerra. Como era de suponer, Piérola le negó el permiso, aduciendo que le había dado su palabra al comandante chileno de que no atacaría (una prueba más de que este hombre, servía a Chile). Naturalmente, cuando a los chilenos se les pasó la embriaguez y se reagruparon, se olvidaron de la tregua y empezaron el ataque contra la segunda línea defensiva que estaba en Miraflores; esto ocurrió a medio día del 15 de enero. Las mal distribuidas fuerzas peruanas poco pudieron hacer y a Piérola, el supremo comandante del país, no dio ni una sola orden, y cuando ya todo estaba consumado, se retiró del escenario hacia Lima y para sellar su obra contra la Patria, ordenó a todos nuestros soldados depositar sus armas en el cuartel Santa Catalina. Por esta acción, lo chilenos al ocupar Lima, encontraron 15 mil fusiles en el mencionado cuartel. Piérola después de haber dado esta última orden huyó a la sierra, pero después de algunos años volvió a la escena política y como es normal el mal de amnesia de nuestro pueblo, fue elegido presidente nuevamente. Esta es la historia no contada de Piérola en la etapa de la guerra con Chile. Sus actos de flagrante traición a la Patria deberían haberlo sepultado bajo un montón de tierra sin pena ni gloria, sin embargo, se le rinde homenaje poniendo su nombre a plazas, calles, clubes, billetes de moneda y otros sitios donde sólo debieran estar RESERVADOS PARA HOMBRES QUE HONRARON AL PERU.

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