La ira ha llegado a representar muchos sentimientos fuertes y
negativos en los seres humanos. (Agotamiento excesivo, vergüenza excesiva,
frustración excesiva, rechazo).
No todo lo que se clasifica como ira es una violación de la
ley de Dios. Efesios 4:26 dice: Airaos pero no pequéis, lo cual demuestra que
hay una diferencia entre una emoción intensa y una hostilidad furiosa que se
condena persistentemente en la Biblia.
La ira no es sólo algo emocional, sino también bioquímico.
Nuestra reacción al sentimiento de ira es más intencional y
sensible al control de nuestra voluntad. Cuando repetimos el suceso perturbador
una y otra vez, en nuestras mentes, y buscando oportunidades para vengarnos o
estallamos de ira, hemos cruzado la línea y entramos en lo que es pecaminoso.
La Biblia habla del dominio propio y dependiendo del
temperamento individual, algunos van a hacerlo mejor que otros, pero contamos
con la ayuda del Espíritu Santo quien nos guía tiernamente en la dirección que
él requiere.
La ira inaceptable es la que nos guía a hacerle daño a
nuestro prójimo. Andamos por un terreno peligroso cuando nuestros pensamientos
y acciones comienzan a guiarnos hacia una actitud de odio. Ni siquiera la
defensa del Señor Jesucristo justificaría esa clase de agresión.
E. Stanley Jones ha declarado que es más probable que un cristiano peque
por sus reacciones que por sus acciones. Jesús dijo: que presentemos la otra
mejilla, sabiendo que Satanás puede hacer uso devastador de la ira en una víctima
inocente. Además dijo en Mateo 5:22 Cualquiera que se enoje contra su
hermano, será culpable de juicio. La ira pecaminosa puede ocurrir dentro
de la mente aunque nunca llegue a mostrarse en el comportamiento.
Debemos armonizar los descubrimientos psicológicos de que la
ira se debe ventilar con el mandamiento bíblico de que seamos “lentos para la
ira”. Dios
no quiere que reprimamos nuestra ira enviándola al banco de
la memoria sin que la hayamos resuelto.
Algunas maneras para actuar manejando la ira:
Hacer del problema que nos irrita un motivo de oración.
Explicar nuestros sentimientos negativos a una tercera
persona, que sea madura y comprensiva, la cual puede aconsejarnos y guiarnos.
Ir a la persona que nos ha ofendido y mostrarle un espíritu
de amor y perdón..
Darnos cuenta de que no hay ninguna ofensa que alguien nos
haga que pueda ser igual a nuestra culpa delante de Dios, y sin embargo, él nos
ha perdonado; ¿no estamos obligados nosotros a mostrar la misma misericordia a
otros?
Cuando estamos manejando la ira, devolviendo bondad en lugar
de hostilidad. Jesús dijo: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y
aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a
los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os
ultrajan y os persiguen. Mt. 5:43-44.
Gracias a Dios tenemos emociones y podemos airarnos, pero
además de esas emociones y la libertad que Dios nos da para ser nosotros, él ha
provisto a través de Jesucristo el dominio propio para seamos sabios manejando
la ira.
“Airaos pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro
enojo y no deis lugar al diablo” Efesios 4: 26.
No estamos solos, contamos con la ayuda del Espíritu Santo
quien nos ayuda en este tema: Manejando la ira.
Dios te bendiga, Tú hermana y amiga, Alva Vargas de Contreras.
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