jueves, 15 de mayo de 2014

UNA MADRE LASTIMADA, LASTIMA

Lo natural en madres que son psicológicamente sanas es que amen a sus hijos y por ello les hacen saber con hechos y palabras que son amados de manera incondicional; protegiéndolos, educándolos y ayudándoles a ser mejores personas.
¿Qué sucede cuando una madre en su papel de hija en vez de sentirse amada por sus padres se sintió rechazada? Que en lugar de recibir disciplina en amor, fueron gritos y explosiones; a cambio de presencia fue ausencia; en vez de palabras positivas, fueron críticas y ofensas, en vez de protección fue abuso.
Quizá le tocó vivir en un ambiente donde uno de los padres consumía alcohol, drogas; el ver a mamá con uno y con otro. Incluso pudo tener una excelente relación con sus padres, pero haber pasado una mala experiencia con el esposo, el padre de sus hijos convocándole heridas en el alma, afectando con ello también la relación con los hijos.
Si tú eres una madre que ha sido lastimada por éstas u otras circunstancias de la vida que han hecho guardar cosas desagradables en tu corazón, y que de manera inconsciente o consiente también estás afectando la relación con tus hijos, te invito a que sigas los siguientes tres pasos.
1) Estar dispuesta Una madre lastimada, no significa que no desee el bien a sus hijos o que no los ame, claro que los ama, pero es muy difícil dar lo que no se tiene, y lamentablemente un alma herida, tiende a lastimar a los demás. Provoca a veces, aunque no quiera momentos de frustración, tristeza y enojo, por ello, se dan tantos casos de madres que por cualquier detalle se la pasan gritando,  dicen palabras hirientes, ofensivas  y hasta llega hablar mal de la paternidad.
Después pueden arrepentirse pero cuando menos lo piensan siguen cometiendo el mismo error, entonces el primer paso para corregir el camino, es estar dispuesta a limpiar y vendar las heridas. Para ello debes aceptar que hay cosas de tu pasado que no puedes cambiar, y enfocarte en lo que sí puedes como mejorar la relación con tus hijos y la manera de tratarlos.
Si hay algo en tu vida que te parece demasiado fuerte, puedes salir adelante. La Biblia nos habla de grandes hombres y mujeres de Dios que pasaron por dificultades muy grandes, incluso en algún momento perdieron los ánimos de seguir viviendo. Personajes como Job, Moisés, Elías y otros, lograron superarlas y sus circunstancias cambiaron logrando cosas sorprendentes.
2) Encuentra ayuda Sabemos que esta vida es muy corta y que está llena de problemas, pero Dios es el principal interesado en que superemos las adversidades, así que te invito a que hables con Dios. Comunícale todo lo que sientes, vacía todas tus emociones, aquello que te ha lastimado y que deseas sanar totalmente. Recuerda que la oración es el mejor recurso para hablar con Dios en cualquier momento para cualquier cosa que quieras decirle.
Después busca a una amiga o alguien de la familia de confianza que pueda escucharte. Platíquele también cómo te sientes y que tu gran deseo es sanar tu corazón por lo que necesitas ayuda para superarlo, y si es necesario juntas busquen a un profesional capacitado en tratar trastornos emocionales.
Así como la gente que padece del corazón acude al cardiólogo, las mujeres con situaciones de la matriz, acude al ginecólogo, también hay psicólogos, psiquiatras, orientadores familiares que ayudan a quienes padecen trastornos emocionales.
La ciencia reconoce que hay una amplia variedad de desórdenes psicológicos, algunos de los cuales son emocionales y otros físicos. Que no te dé pena buscar ayuda profesional, no tienes por qué avergonzarte, como tampoco lo haces cuando acudes con un especialista por enfermedad física. Recuerda Dios ha puesto la medicina y a los médicos en este mundo como un instrumento más.
3) Enfócate en lo bueno Como en esta vida todo es un proceso, mientras logras superar poco a poco las heridas del alma con lo ya mencionado, es importante que te enfoques en lo bueno, tu(s) hijo(s). Lo más valioso que Dios te ha prestado, para que le des lo mejor de ti, lo ayudes a ser mejor persona, madre o padre de familia, un buen ciudadano y siervo de Dios, para que al final del camino puedas decir “bien hecho”.
Si sientes que es muy tarde porque tu(s) hijo(s) ya están grandes, déjame decirte que nunca es tarde para aprovechar la oportunidad de hacer lo correcto. En este caso, tú, junto con el hijo (a) busquen reconciliarse y recibir ayuda ambos, porque tus nietos merecen recibir lo mejor, y los hijos de tus nietos también.
Hoy puedes hacer la diferencia con tu descendencia.

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