Ya hay demasiado fango en el sendero, no le amontones más. Es
ingrata tarea el hacer resbalar a los demás. Ya hay demasiado barro por la vida para que tú eches más. Sé tú de
los que aparten ese barro para no salpicar a los demás.
Ya hay demasiadas sombras por el mundo, ya no le pongas más. Haz
tu vida tan clara y luminosa que evites tropezar a los demás.
Hay tanta podredumbre
en todas partes, no
es justo que tú la aumentes más; echa a andar tu pureza sin temores, y entonces
vivirás en el servicio, para el servicio y con el servicio. Recuerda: El que no vive para servir, no sirve para vivir.
Somos luz y sal en la tierra. Con sólo decidir no ser parte
del grupo que eche lodo para hacer resbalar a los demás, ya es suficiente.
Estás llamado para marcar diferencia. Luz está sembrada para el justo, y
alegría para los rectos de corazón.
ES MEJOR DAR… QUE
RECIBIR
Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con
un profesor. Mientras
caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que
pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por
terminar sus labores diarias. El alumno dijo al profesor: Hagámosle una broma; escondamos
los zapatos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no
los encuentre. Mi querido amigo -le dijo el profesor-, nunca tenemos que
divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a
este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver
cómo reacciona cuando las encuentre.
Vivimos en un mundo donde se exalta solo la ganancia y muchos
están en una carrera desesperada por ganar y ganar más. Nadie quiere perder. Hay
que aprender a perder. No pretendas ser solo un triunfalista que no quiere
entregar nada y no quiere perder algo. Busca ser un vencedor y todo vencedor
pierde algo en la batalla. Todo caminante pierde algo en el camino. Lo que
pierdes, no se pierde… se convierte en semilla que aun que muere termina dando
vida.
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