sábado, 29 de septiembre de 2012

LA SUPERSTICION

Uno de los monumentos más antiguos de Estambul (Turquía) es la iglesia de la Divina Sabiduría o Hagia Sophia, construida en el siglo VI.
Su inmensa bóveda está sostenida por magníficas columnas de piedra; una de ellas es el principal centro de la curiosidad de los turistas.
Al llegar allí, el guía de los visitantes se detiene y declara: “Si alguien quiere pedir un deseo, que toque esta columna y su deseo será cumplido”
La piedra está tan gastado en esa zona debido a los millones de dedos que la han tocado, que se formó  una pequeña cavidad. ¡Cuántos fútiles deseos de turistas y peregrinos! El pobre pide riquezas, el hambriento pan, el ciego la vista, el rico la felicidad… Y la piedra, de generación en generación, proclama la insatisfacción de los hombres y al mismo tiempo denuncia su ignorancia.
Esa es la locura del hombre supersticioso, quien rechaza la verdad y cree la mentira, que no quiere escuchar la voz del Dios vivo y le pide a una piedra, a una medalla o a cualquier miserable amuleto que lo proteja o lo libre de algo. Los Tesalonicenses, a quienes el apóstol escribía, habían abandonado los ídolos y se habían vuelto al Dios vivo y verdadero (1 Tesalonicenses 1:9).
Amigos cristianos, evitemos cualquier tipo de prácticas supersticiosa, pues es una ofensa al verdadero Dios.
Confiemos en él con todo nuestro corazón y pidámosle solo por medio de  Jesucristo nuestro Señor y Salvador en oración. Dios nos ama y sabrá darnos todo lo que necesitamos.
No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva. (Isaías 45:20).
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre (Jesucristo), lo haré, para que el Padre (Dios) sea glorificado en el Hijo (Jesucristo). Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo hare. (Juan 14:13-14).
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6).
P.D. Tomado de La Buena Semilla, Agosto 31 del 2012. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

mostrar siempre