El anhelo de todos los peruanos, es que el nuevo gobierno que asumirá el 28 de julio próximo, se convierta en luz que indique el final del túnel. Tenemos que mirar adelante y avanzar, ser como un navegante en el mar, dejar en puerto nuestro pasado para vencer y que la esperanza y el amor vuelvan a nacer, pulverizando a la corrupción, la soberbia y el figuretismo, que fueron el común denominador del gobierno que se va.
Cuando en reunión el electo presidente les dice a los alcaldes provinciales y distritales del Perú, que en él miren a un amigo, un colaborador que en cualquier momento visitará a sus pueblos para juntos resolver sus necesidades y les pide luchar frontalmente contra la corrupción …“que los malos funcionarios no se tiren la plata”… que los fondos públicos no se gasten en obras de poca utilidad, que la población ya está cansada de monumentos grandazos, que además de no resolver problemas o necesidades, en algunos casos se usan para ‘tapar’ irregularidades; y, anuncia que en su gobierno se formará un equipo especial de asesoría a los municipios para dirigir correctamente los recursos en la ejecución de obras realmente necesarias; se siente que soplan nuevos aires en beneficio del bien común y de pueblos alejados del país.
Pero estoy casi seguro que los ayayeros, oportunistas, lobbistas y corruptos que tanto abundan en el país, harán lo indecible por evitar el éxito del gobierno entrante que redundará en beneficio de las grandes mayorías. Para frenar esa acción de los facinerosos de la política, entre otros, el eslogan de la campaña electoral de Gana Perú “honestidad para ser la diferencia” debe convertirse en ideario nacional o ley ética y moral de obligatorio cumplimiento, algo así como las sentencias incaicas “ama suhua, ama kella y ama llulla; y cada peruano, desde donde esté sea escuchado y atendido cuando informe de actos corruptos que pongan en peligro la honestidad del gobierno y su entorno, compromiso de madurez cívica que debemos asumir concientemente todos los que apostamos por un Perú digno y justo. Con tal objetivo, el 28 de Julio en su mensaje a la nación el nuevo presidente debería anunciar medidas concretas y coherentes de participación ciudadana para enfrentar y derrotar a la corrupción reinante, que se levanta en peso al Perú en detrimento de los excluidos del poder.
De otro lado, sería saludable y oportuno que el presidente electo, deslinde de una buena vez su relación con el jefe de su campaña electoral que ha estado con Dios y con el diablo, con Velasco, con Alan García, con Fujimori y Toledo. No se entiende por qué a ese señor le encanta tanto el poder. En los gobiernos que participó se incremento la corrupción ¿Eso también pretenderá esta vez? Asimismo es preocupante que el Partido Nacionalista en el periodo que finaliza y el que se inicia el 28 de julio próximo, tenga como congresistas personas ligadas con el narcotráfico ¿Les faltan líderes regionales? ¿Qué es lo que pasa al interior del partido nacionalista? Ojala que la formación en el orden y la disciplina desde su niñez del nuevo presidente, se impongan en todo momento y le ayuden para abrirse paso de entre sus detractores, pero también entre sus ayayeros, sus aliados, sus colaboradores, sus familiares y demostrar así que en la honestidad estará la diferencia e implementar la nueva política con justicia social que tanto requiere el país.