miércoles, 23 de septiembre de 2009

CLAVOS EN LA CERCA

Había un niño que tenía muy mal carácter y casi siempre terminaba peleándose o hiriendo a sus amigos. Un día su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma debería clavar un clavo en la cerca de atrás de la casa, Al otro día el niño ya había clavado 37 clavos en la cerca, pero poco a poco fue calmándose, porque descubrió que era mucho más fácil controlar su mal carácter que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día cuando no perdió la calma para nada y se lo dijo a su padre. Entonces el padre le pidió que por cada día que controlara su carácter sacara un clavo de la cerca. Los días pasaron y el joven pudo decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Entonces, el padre lo llevó de la mano a su hijo a la cerca de atrás de la casa y le dijo: “Mira hijo, has hecho bien; pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la cerca; ya la cerca nunca será la misma de antes. Cuando dices o haces cosas llevados por tu mal carácter, dejas una cicatriz como este agujero en la cerca. Es como meterle un cuchillo a alguien: aunque lo vuelvas a sacar, la herida ya quedó hecha. No importa cuántas veces ofrezcas disculpas, la herida está ahí. Una herida física es igual a una herida verbal. Además el padre le dijo: …“Los amigos son verdaderas joyas a quiénes hay que valorar, ellos te sonríen y te animan a mejorar, te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte…” …”Demuéstrale a tus amigos cuánto los quieres y siempre trata de controlar los impulsos cuando estés molesto…” (Del libro EL TUNEL DE LA VIDA)

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