Artículo de Martín
Santivañez: "...El problema de los pactos con el diablo es que siempre
terminan mal. Si Kuczynski ha decidido convertirse en un Fausto moderno
firmando acuerdos con los izquierdistas del FA es porque está dispuesto a todo
con tal de voltear el partido. Está claro que sus nuevos aliados políticos lo
traicionarán, como han traicionado a todos sus predecesores. Pero eso no parece
importarle mucho a Kuczynski, que a estas alturas ha recibido la adhesión de
gente tan distinta como Vargas Llosa y Tibisay Lucena, operadora del chavismo.
Lo único en común de todo este combo es el odio feroz a Keiko Fujimori y el
afán cainita de separar a la mitad del país de la otra mitad, creando un
ambiente guerracivilista en el que todos perdemos.
Si esto es ya de por sí perjudicial en una campaña electoral,
imagínate, querido lector, cómo sería un gobierno apadrinado por Mefistófeles. El odio, cuando triunfa, ansía más sangre,
busca más víctimas, incendia la sociedad. Los cinco años de molicie y
frivolidad de los Humala serían reemplazados por cinco años de sectarismo,
polarización maniquea y parálisis institucional. El Estado, criticado por su
lentitud, sería incapaz de reaccionar porque la cabeza del líder a duras penas
sale de Lima y porque la gran coalición del odio contra Keiko estallaría en mil
pedazos ante la compleja realidad del gobierno. La inmediata repartija anularía
las reformas y entonces, solo entonces, el radicalismo mostraría sus dientes
preparando el terreno para el 2021.
Gobernar no es elegir. Elegir no es gobernar. En una sociedad
tan cortoplacista como la peruana, el acento lo colocamos en el proceso
electoral, no en los cinco años de gobierno rutinario, del que pende nuestro
desarrollo. Solo una democracia fuerte, un partido con presencia nacional y una
líder joven sin hipotecas frente a la izquierda son capaces de hacernos
recuperar el tiempo perdido. Sin pactar con el demonio y sin entregar el Perú...".
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