Para responder a ¿cómo es tu actitud
frente a la vida misma? te invito que pienses
en un elefante del circo levantando la trompa. Al verlo te preguntas ¿por qué no se escapa siendo un
elefante?, ¿por qué no es libre como los otros elefantes? Tal vez porque al
elefante les pasa lo que a muchas personas les pasó cuando estaban pequeños. A
ese elefante de pequeño lo tenían atado con una cuerda de la patita y él jalaba
y jalaba, porque quería ser libre. De tanto jalar la cuerda para ser libre, se
lastimó la piernita, le sangró y ya después le salió un callo y no solo en la
manita, sino también en la cabeza, hasta quedarse convencido “yo no puedo ", y ya no puede…
En la misma forma, hay muchos jóvenes
que llegan a tener 20 años y que ya son adultos, sin embargo, cuando se miran
en el espejo de la vida, se convencen que "ya no pueden". Pero ¿porque no pueden? Porque desde chiquitos estuvieron escuchando todos
los días: eres un bruto, eres un inútil, eres la vergüenza de la familia, eres
un malcriado, etc. Es decir, siempre le reprobaron y rechazaron. Entonces, ese
joven llega a su vida adulta, y como el elefante, sigue una rutina, sin iniciativas
ni ideales. El elefante a determinada hora, nada mas sale a trabajar, da las vueltas que
tiene que dar, ni una más ni una menos, mueve la trompita, termina y se lo
llevan a la paja y alguien le trae de comer. Cuantas veces vemos a muchos
empleados o trabajadores que únicamente hacen lo esencial, nada más ni nada
menos. Es decir no tienen la capacidad de mirar más allá de la punta de su
nariz y fácilmente se dejan arrastrar por el “yo no puedo”…
“Yo no puedo” nunca debe ser una actitud
que asumas frente a la vida misma. En vez de “yo no puedo” aprende a mirar
lejos y pensar en grande. Aprende a
asumir retos con perseverancia y mucha iniciativa, así como el “gorrioncito”
del siguiente relato: Había un bosque en el que vivían muchos animales. De
repente el bosque se empieza a incendiar y todos los animales empiezan a huir.
Solo se queda un gorrioncito que va al río, moja sus alitas, vuela sobre el
bosque incendiado y deja caer una gotita de agua, tratando de apagar el
incendio una y otra vez en forma incansable. Pasa un elefante y le grita al
gorrioncito: ¡No seas tonto! ¡Huye como todos! ¡No ves que te vas a
achicharrar! El gorrioncito se voltea y le dice ¡No! Este bosque me ha dado
todo, familia, felicidad, y le tengo tanta lealtad que no importa que muera
pero yo voy a tratar de salvar este bosque. Va al río y moja sus alitas y
revolotea sobre el bosque incendiado y deja caer una o dos gotitas de agua.
Ante esta actitud los dioses se compadecen de él y dejan caer una gran tormenta
y el incendio se apaga. ¿Qué te parece? ¿Quieres ser como el elefante o como el
gorrioncito? Eso depende solo de ti y únicamente de ti. Felicidades…
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